por María Iverski
El Líbano ha celebrado el séptimo aniversario del asesinato del exprimer ministro Rafic Hariri de forma bastante discreta y con la notable ausencia de su hijo Saad, inmovilizado en París por culpa de un accidente de esquí, y quien se dirigió vía satélite a todas las personas congregadas en Beirut en la conmemoración de la muerte de su padre. Saad Hariri instó a Hizbolá a entregar sus armas al estado y a reconsiderar su falta de cooperación con el Tribunal Especial para el Líbano (TEL) que investiga el magnicidio, al tiempo que mostró su solidaridad con el pueblo sirio y con sus deseos de establecer un sistema democrático.
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Saad Hariri, hijo de Rafic, se dirigió vía satélite a los presentes en el 7º aniversario del asesinato de su padre. |
Temor al contagio de la violencia en Líbano
Con respecto a los acontecimientos en Siria y su posible repercusión en territorio libanés, el primer ministro, Najib Mikati, declaraba el lunes en la televisión libanesa que su mayor interés era proteger la estabilidad del país y que, precisamente por ello, su gabinete había decidido no intervenir ni manifestarse sobre la situación en el país vecino.
Mikati insistió en que con sus acciones busca servir a los intereses del Líbano y añadió que rechazó enviar observadores a Siria con la misión de la Liga árabe con el fin de ahorrarle al Líbano complicaciones innecesarias. «Lo que me preocupa es la estabilidad y la unidad del Líbano. Y en lo que atañe a Siria, estamos en contra del derramamiento de sangre» concluyó.
Por otra parte, el primer ministro libanés reconocía también que el Fiscal General del Tribunal Especial para el Líbano (TEL), Daniel Bellemare, emitirá una nueva acusación en el caso del asesinato de Hariri. El año pasado el Tribunal acusó formalmente a cuatro miembros de Hizbolá ante la negativa tajante del Partido de Dios de estar implicado en los hechos y su rechazo a someter a juicio a cualquiera de los suyos. Como consecuencia de ello, el TEL anunciaba a principios de este mes que juzgaría en ausencia a los acusados, sentando un precedente histórico para los tribunales internacionales.
El ya de por sí controvertido escenario político libanés se ha visto además agitado con la amenaza de nuevos asesinatos. El propio Mikati admitía en su entrevista televisada que los servicios de inteligencia habían desbaratado diversos planes para acabar con la vida de destacadas figuras políticas y militares. Así, en enero se conocía que el Jefe de las Fuerzas de Seguridad Interna (FSI) y el Jefe de la División de Información de la FSI, fueron los posibles objetivos de un supuesto complot mientras que el parlamentario Sami Gemayel, del partido Kataeb, aparecía como posible objetivo de asesinato.